viernes, 25 de febrero de 2011

Lo que los chicos cuentan 1

  El sastrecillo valiente

 Había una vez, hace mucho tiempo en el que nadie podía vivir tranquilo, un gripo de gigantes  malvados. Ellos se instalaban en las cercanías de la ciudad molestando a todos los habitantes. Los ciudadanos no salían de sus casas, por miedo a encontrarse con los gigantes, excepto  un joven sastre muy hacendoso que trabaja durante el día y que no se dejaba asustar por nadie.
    Un día, el sastre se llevo una gran sorpresa, al intentar espantar con un repasador a un grupo de moscas que revoloteaban sobre su plato de fideos, dejo atontadas a media docena de estos insectos. Orgulloso por su hazaña, salió de su casa en busca de nuevas aventuras para demostrar su valentía. En el camino se encontró con el Rey, a quien noto muy preocupado ya que no había podido convencer a ninguno de los habitantes para que combatiera a los gigantes. El sastre se comprometió en cumplir con la misión y que aunque su vida corriera peligro el devolvería la alegría perdida al pueblo.
   Así, comenzó a caminar por el bosque en busca de los malvados gigantes. Luego de andar durante varias horas, se sentó sobre una piedra a descansar y comer su vianda que llevaba en su mochila. Mientras saboreaba su tarta de zapallito, creyó escuchar a sus espaldas el llanto de un pájaro. Dio media vuelta y descubrió un nido en el suelo, efectivamente era un pajarito lastimado que lloraba pidiendo que le curaran su herida. El sastre lo tomo con sus manos, con mucho cuidado le curó la lastimadura y le dio una porción de su tarta de zapallitos. El pajarito, muy agradecido, le prometió ayudarlo en su misión.
   El pajarito y el Sastre comenzaron a caminar juntos por el bosque, cuando se toparon con uno de los gigantes. Rápidamente, el Sastre tuvo una magnífica idea: desafiar al enemigo con una prueba de fuerza. El malvado acepto el reto y levanto una pesada roca haciéndola polvo con sus manos.  El joven saco de su mochila un pedazo de queso haciéndole creer que era una piedra, desasiéndolo con una sola mano. Inmediatamente, el gigante tiro una piedra hacia el cielo con tanta fuerza que duro varios minutos en caer. El sastre tomo al pajarito, haciéndole creer al gigante una vez más que se trataba de una piedra, y lo lanzó. El gigante levanto la vista hacia el cielo para poder seguir con la mirada a la supuesta piedra. Pero el tiempo pasaba, el sol comenzó a esconderse y la piedra no caía. El gigante se asusto tanto de la fuerza y valentía  que poseía aquel joven y huyo del reino.
   El sastre continúo su camino en busca de los otros gigantes. Al encontrarlos, los sorprendió mientras ellos dormían la siesta bajo unos árboles. Se trepo en el árbol más grande y desde allí arrojo manzanas. Los gigantes se despertaron malhumorados y al no encontrar a nadie de quien vengarse comenzaron a culparse el uno al otro. Luego de discutir un rato sin llegar a un acuerdo, terminaron pegándose hasta caer desmayados por el cansancio. El sastre aprovecho la situación y con la ayuda de su amigo, el pajarito, los ató contra un árbol. Al despertar los gigantes, se encontraron con un gran tumulto de gente alrededor suyo, gritando y amansándolos, por lo que decidieron abandonar el lugar.
   Por sus hazañas y su gran valentía, el joven sastre, fue premiado por el Rey. Se le entregaron honores por haber devuelto la paz y alegría a todos los hogares, y una hermosa casa con jardín en donde se hizo la fiesta en donde se lo agasajaba. Durante los festejos el joven conoció a la princesa de quien se enamoro perdidamente. Al poco tiempo se casaron y fueron felices por siempre.

                                                                                                     Garate, Fleitas, Martínez.

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